Una mañana estaban hablando la jirafa y la cebra de
los achaques de la primera.
-¡Ay, doña Cebra! ¡Qué mal me siento esta mañana!
-decía la jirafa lamentándose.
-Vamos a ver, vecina... iHum! Esta garganta tiene mal
aspecto. Voy a la farmacia -dijo la cebra, dispuesta a ayudar a su vecina.
Tan largo era el cuello que no había en la farmacia
vendas ni pastillas suficientes. Sin embargo, doña Cebra fue muy lejos a por los
medicamentos. Tardó tanto en regresar, que cuando llegó vio que doña Jirafa ya
se había curado.
En vez de lamentarse por lo inútil de su viaje se
alegró al ver que ya estaba bien.
¡Ah, quién tuviera por vecina a doña Cebra!
«La buena voluntad siempre da buenos resultados.»
0.999.5 anonimo fabula,
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