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sábado, 21 de septiembre de 2013

Don rinoceronte

Los resfriados de don Rinoceronte eran famosos en toda la ciudad de Rinocelandia. ¡La de pañuelos que agujereaba con su largo cuerno cuando estornudaba!
Cuando, sentado en la mesa, le venía un estornudo, daba tales cabezazos contra la madera que clavaba su cuerno donde primero pillaba o rompía la mesa en pedazos. Quienes estaban con él se desternillaban de risa.
Pero a don Rinoceronte no le hacía gracia y se enfurecía terriblemente; menos mal que se le pasaba pronto.
Una vez curado el resfriado, era don Rinoceronte quien más se reía al recordar lo sucedido, pues tenía buen humor y sabía que a cualquiera le podía pasar lo mismo que a él.

«No te rías de quien pasa malos ratos. A ti te puede pasar cualquier día.»

0.999.5 anonimo fabula, 

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