Don Cachalote tenía grandes mansiones en el fondb del
mar y se pasaba la vida yendo de una a otra. Contaba con avaricia sus inmensas
riquezas y nunca estaba satisfecho. Lo más triste es que cuando algún pobre
animal del océano iba a pedirle unas monedas para comer, don Cachalote,
ofendido, le respondía:
-¡Qué sería de mí si tuviese que socorrer a miserables
como tú, que se pasan la vida sin hacer nada de utilidad! ¡Vaya calamidad!
Un día, don Cachalote quedó varado en un banco de
arena. Dado su enorme peso, no podía moverse sin la ayuda de otros animales. Por
más que gritó, nadie acudió a socorrerle, en justo castigo a su maldad.
«Lo que sembró ahora lo está cosechando.»
0.999.5 anonimo fabula,
No hay comentarios:
Publicar un comentario