Canguro estaba triste, pues vivía apartado de sus
compañeros a causa de su aspecto y la forma tan extraña que tenía de andar a
saltos. Los demás le despreciaban. Una tarde de verano se declaró un gran
incendio. Mientras la mayoría de los animales corría gran peligro, Canguro,
dando saltos enormes, podía salir de las llamas. Pero vio a varios topos y
tortugas que, cegados por el brillo del fuego e incapaces de andar con rapidez,
estaban a punto de ser devorados por las llamas. Sin dudar, Canguro se tumbó en
el suelo y dijo a los animalitos que se instalasen en su bolsa. Luego, se alejó
dando los saltos más grandes que le permitía el peso de su bolsa para salvar a
sus amigos.
Desde aquel día todos los animales reconocieron el
valor de Canguro, que había corrido un gran peligro por salvar a los que le
habían despreciado.
«No desprecies a los demás, es muy probable que los necesites algún
día.»
0.999.5 anonimo fabula,
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