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sábado, 21 de septiembre de 2013

Bongo

Bongo era un osezno chiquitín y muy gracioso. Trabajaba como acróbata en un circo ambulante y, sin duda, era la estrella de la compañía..
¡Qué bonito era ver cómo se encendían los focos brillantes del circo! Bongo hacía equilibrios sobre la cuerda floja en lo alto de la carpa. ¡Cómo le aplaudían todos! Era como un sueño hecho realidad.
Después de su artístico trabajo, cada tarde Bongo era encerrado de nuevo en la jaula que le servía de vivienda.
Un día, viajaban en tren y Bongo contemplaba el bosque con el hocico pegado a los barrotes de su jaula.
De repente, obedeciendo a un impulso, rompió los delgados barrotes y, sin vacilar, saltó desde el tren. Al fin había escapada. ¡Bongo, bienvenido a la libertad!

«Sin libertad no hay felicidad.»

0.999.5 anonimo fabula, 

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