Colmillo era un gran patinador y practicaba en un lago
helado. En esta pista destacaban por su torpeza dos pingüinos. Colmillo los
empujaba y terminaban en el suelo.
-¿Por qué nos empujas? ¡La pista es de todos! -le
gritó uno de los pingüinos.
Colmillo no contestaba a lo que le decían y seguía con
los empujones por doquier.
-¡Te echamos una carrera! -gritó uno de pingüinos al
oso.
Colmillo, muerto de risa aceptó y empezó a patinar sin
fijarse que nadie le seguía. Cogió mucha velocidad hasta que, de repente, se
dio cuenta de que la pista se terminaba y cayó al agua.
Entre risas y burlas, Colmillo pudo salir. Habló
quedado humillado. Ya nunca más atropellaría a otros más débiles.
«Puedes ser muy patoso por sentirte orgulloso.»
0.999.5 anonimo fabula,
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