Tejoncito duerme durante el día y sale por la noche
porque encuentra todo mucho más divertido en la oscuridad. Puede reconocer a
cualquier animal por el brillo de sus ojos. Descubre las trampas de los
cazadores y no hay fiera que pueda atraparle porque en un instante excava una
cueva y se mete en ella, estando así a salvo del peligro.
Sin embargo, aquella noche Tejoncito vio un par de
enormes ojos que se echaban sobre él. Despedían una luz potentísima y le
cegaban. En el último momento pudo reaccionar y evitar el atropello. Al cabo de
un rato recordó que eran los faros de un coche.
Tejoncito se llevó tal susto que nunca más ha vuelto a
salir de noche.
«No es bueno trasnochar siempre.»
0.999.5 anonimo fabula
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