A Pingüino le habían regalado un fusil de pesca
submarina. Entusiasmado con su nueva arma, disparaba a todo pez que se le ponía
delante por el solo placer de disparar. No había pez por los alrededores que no
llevara alguna herida o cicatriz causada por el terrible fusil de Pingüino.
Un día, Pingüino se topó con una ballena y le disparó
un arpón. El arpón sólo arañó la piel de la ballena. Ésta, furiosa, le quitó el
fusil y se llevó a Pingüino mar adentro.
Desde allí tardó varios días en regresar a su casa y
en el camino tuvo que soportar las burlas de los pececillos a los que antes
disparaba su terrible arpón.
«No ataques a los mayores; ellos saben más que tú y te castigarán con
razón.»
0.999.5 anonimo fabula
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