El profesor Delfín era sabio y tolerante. Creía que el
castigo no era conveniente y prefería convencer a sus alumnos de la necesidad
de portarse bien y estudiar en serio, pero ellos no le hacían el menor caso.
Las gamberradas en clase iban en aumento. Una tarde, Osito
quiso dar un susto a Ardillita. Se levantó de su pupitre y, cuando se
aproximaba a su compañera por detrás, tropezó con un armario y éste cayó sobre
la cabeza del profesor Delfín. Para sustituirle, llegó el profesor Atún, famoso
por su severidad. Castigaba a la clase entera por cualquier motivo.
-¡Al primero que haga alguna trastada lo expulso!
-solía amenazar el profesor Atún.
Todos los alumnos echaban de menos al profesor Delfín
y le pidieron que cuando sanase volviese con ellos. Antes le prometieron que se
portarían bien y estudiarían mucho.
El profesor Delfín volvió a la clase y ésta llegó a
convertirse en la más brillante y estudiosa de toda la escuela.
«La tolerancia y el cariño son siempre preferibles al castigo y las
amenazas.»
0.999.5 anonimo fabula
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