En clase desaparecían lapiceros, gomas, pinturas,
cuadernos... ¿Quién sería el ladrón? Nadie podía encontrar al culpable.
Un día, en el recreo, unos alumnos jugaban al
escondite. Ranita buscaba un lugar donde esconderse. Un pelícano le dijo:
-Métete en mi pico; nadie te descubrirá.
La rana obedeció y, en efecto, no pudo ser descubierta.
Pensando, la rana empezó a sospechar acerca del pico del pelícano. Sería un lugar
ideal para guardar cosas robadas. Advertidos los demás alumnos por Ranita, vigilaron
a Pelícano quien, confiado, seguía robando lo que podía.
Una tarde, después de clase, le siguieron, Acababa de
robar unas cuantas cosas. Pelícano cavó con su pico un hoyo y enterró los objetos
que había robado. En ese momento sus seguidores se echaron sobre él:
-¡Ya te tenemos! -gritó Ranita.
Así fue como se resolvió el difícil caso del robo del
colegio.
«Siempre se descubre al ladrón.»
0.999.5 anonimo fabula
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