Nadando, nadando, un pez de colores descubrió un pulpo
que estaba aprisionado bajo una piedra. El pececillo se dispuso a acudir en su
ayuda, pero la advertencia del pulpo le detuvo en seco:
-¡No te acerques a mí, pececito de colores! ¡Si tocas
la arena que me rodea perderás tus bellos colores! -le avisó con voz lastimera,
resignado a su suerte.
-Poco me importan estos colores que ahora tengo
-contestó. Tú necesitas ayuda.
Y así lo hizo. Tras un rato de trabajo logró liberar
al pulpo. En su esfuerzo se había manchado de arena y sobre sus escamas quedaba
un tinte marrón oscuro como recuerdo de sus hermosos colores.
El pececito fue admirado en todo el océano por su
bondad. Aunque sus escamas ya no tenían la belleza de antes, todos sabían que
tenía muy buen corazón.
«Aunque te venga mal, siempre debes ayudar a los demás.»
0.999.5 anonimo fabula
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