Había un ratoncito que se creía el más guapo por tener
un rabo muy largo. Sus amigos le decían:
-Ratoncito, no es bueno tener un rabo tan largo. Los
gatos te pueden coger con mucha facilidad. Además debe de ser muy molesto tener
un rabo tan pesado.
Ratoncito, orgulloso de tener un rabo lustroso y
grande, no hacía caso a nadie. Un día llegaron al pueblo unos gatos
hambrientos.
Todos huyeron; Ratoncito quiso huir, pero ¡ay! su rabo
quedó enganchado. Un gato atrapó el rabo y, tirando de él, pronto tuvo a
Ratoncito a su alcance. Por mucho que Ratoncito intentó librarse no había
manera, pues el gato era más fuerte que él y le tenía bien sujeto por el rabo.
-¡Así que tú eres el ratón que andaba presumiendo de
rabo! ¡Infeliz, vas a recibir tu merecido por imprudente! -le dijo el gato, y
en un santiamén se lo comió.
«Mejor ser humilde que orgulloso.»
0.999.5 anonimo fabula
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