Era un puma único en las montañas por su fiereza.
Atacaba a todo lo que se movía y nunca quedaba satisfecho.
Con el paso del tiempo empezó a estar viejo. Ya no
veía ni oía bien. «¿Qué puedo hacer?», pensaba angustiado.
Decidió hacer un pacto con un cuervo. A cambio de una parte
de su comida, le avisaría cuando algún animal estuviese cerca.
Todo marchó bien durante un tiempo pero el puma era
avaricioso y cada vez daba menos comida al cuervo. Así que éste, un día, no
aguantó más y no le avisó cuando llegaba un cazador, que lo cazó sin problemas.
¡Más le hubiera valido al puma no ser tan egoísta y
pensar algo en los demás!
«El egoísta siempre acaba mal.»
0.999.5 anonimo fabula
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