Pablo no era como los demás pingüinos de la colonia,
pues mientras ellos se pasaban el día bañándose en las aguas casi heladas, él
se quedaba en su iglú junto a una estufa. «¡Ah, si yo pudiera estar en una
playa tropical, tostándome al sol y con los pies sobre la arena caliente!»,
pensaba.
A medida que avanzaba el invierno, el frío era mayor y
Pablo, incapaz de resistir más, se construyó una barca de hielo y se hizo a la
mar. Navegando hacia el sur durante varias semanas, cuando ya el hielo del que
estaba hecho su barco casi se había deshecho del todo. Pablo avistó unas
exóticas islas con palmeras y se dírigió hacia allí. Dos años lleva Pablo
viviendo en ese raíso solitario. Es muy feliz porque se pasa todo el día tomando
el sol en la playa.
«Si quieres ser feliz, busca con perseverancia lo que deseas.»
0.999.5 anonimo fabula
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