El pobre saltamontes estaba muy triste pues había
nacido con una pata más corta que la otra y no podía saltar como los demás.
Todos intentaban animarle contándole historias, pero
el saltamontes lo que quería era saltar. Un grillo y un gusano, ambos amigos
del saltamontes, paseaban un día y vieron a dos cucarachas que habían
encontrado unos muelles abandonados. Ambas jugaban con ellos dando saltos cada
vez más grandes.
El grillo y el gusano tuvieron la misma idea. Corrieron
junto a su amigo el saltamontes llevando consigo uno de tales muelles.
-¡Toma, aquí te traemos algo que puede ayudarte! -dijo
el grillo. Dudó el saltamontes antes de practicar saltos con el muelle.
Aunque al principio no lo utilizaba bien, al poco tiempo
daba unos saltos grandísimos.
Su problema se había solucionado gracias a los buenos
amigos que tenía.
«Una buena amistad mucho puede arreglar.»
0.999.5 anonimo fabula
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