Pollín, en lugar de hacer los deberes y estudiar,
pasaba el tiempo jugando, y luego, siempre copiaba examen a algún compañero.
Un día, el profesor se dio cuenta y se puso de acuerdo
con el primero de la clase para prepararle una trampa.
Al poner el siguiente examen, el profesor sentó a
Pollín junto a su cómplice y dictó los ejercicios. De acuerdo con el plan
previsto el compañero de Pollín empezó a escribir disparates y Pollín, que no
se fijaba en lo copiaba, puso lo mismo.
El profesor colocó el examen de Pollín en la puerta de
la clase para que todos lo vieran. ¡Qué vergüenza tan enorme pasó! Desde aquel
día no ha vuelto a copiar, ya sabe que es una cosa tonta e inútil.
«Si copias, no entiendes; pero si estudias, aprendes.»
0.999.5 anonimo fabula
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