Don León, el rey de la selva, no podía comer ni
masticar cosa alguna.
El dentista sólo veía una solución.
-Tendrá usted que dejarse arrancar dos colmillos. Los
tiene casi destruidos por la caries. Es la única forma de que los dolores desaparezcan.
-¿Cómo?, ¿qué dice usted? Yo soy el rey de la selva.
Si pierdo los colmillos, todos me despreciarán y perderé el trono -se quejó don
León.
Tan grandes llegaron a ser los dolores, que prefirió
renunciar a sus poderes antes que seguir en semejante estado. Los animales de
la selva se reunieron para deliberar.
El león siempre había sido bueno y justo, se merecía
seguir siendo rey. El único problema era que no podría defender el territorio.
Aunque, en realidad, nadie fuera de la selva sabía lo que le había sucedido
al rey. Era cuestión de guardar el secreto...
«Siempre es importante guardar un secreto.»
0.999.5 anonimo fabula
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