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miércoles, 18 de septiembre de 2013

La piedra y el camino

Erase una vez una piedra bella y grande, a la que durante largo tiempo lamió el agua. Después el agua se retiró, la piedra quedó al descubierto en un lugar más bien alto, justo donde terminaba un bosquecillo umbroso. Desde allí, dominaba el camino pedregoso que corría bajo ella y le hacían compañía muchas frescas y aromáticas hierbecillas salpicadas de flores.
Una día, mirando el camino, sobre el que habían arrojado muchos guijarros para endurecerlo, le vinieron deseos de dejarse caer en él.
-¿Qué hago aquí arriba, en esta hierba? Yo quiero vivir con mis hermanas: me parece más justo.
Y así diciendo, la piedra se movió, rodando hasta abajo, termi-nando su rápido recorrido justo en medio de los guijarros cuya compañía tanto deseaba.
Por el camino pasaba de todo: carros con las ruedas recubiertas de hierro, caballos pateadores, campesinos con botas claveteadas, rebaños; así, la hermosa piedra se encontró de pronto en apuros: uno la golpeaba, otro la pisaba, aquél le arrancaba una esquirla; a veces estaba sucia de barro, otras veces emporcada por el estiércol de los animales.
Mirando hacia arriba, hacia el sitio de donde partió, la piedra suspiraba, llorando por aquella soledad y deseando, pero ya en vano, la paz tranquila de antaño.

Esta fábula va dirigida a aquellos que del campo, donde pueden vivir en paz, en el verdor y el silencio, se van ciegamente a la ciudad, a mezclarse con gentes llenas de males infinitos.

(de Fábulas, Atl.175 v. a.)

1.082.5 Da vinci (Leonardo) - 012

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