Cada vez que iba a cazar patos, el
noble halcón se ponía furioso. Aquellos patos conseguían casi siempre reírse de
él, sumergiéndose en el agua justo en el último momento, quedándose allí más
tiempo del que el halcón podía mantenerse suspendido en el aire esperándolos.
Pero aquella mañana el halcón
decidió probar. Después de dar muchas vueltas con las alas extendidas para
estudiar la situación, y después de haber elegido el pato que quería capturar,
la noble rapaz se precipitó como un bólido. Pero el pato, más ligero, se
sumergió de cabeza.
-Esta vez voy detrás de ti -gritó
furioso el halcón. Y se sumergio a su vez.
El pato, al verlo bajo el agua, se
escabulló, salió a la superficie, desplegó las alas y se echó a volar. El halcón,
con las plumas mojadas, no consiguió levantar el vuelo.
Pasándole por encima, el pato le
dijo:
-¡Adiós, halcón! Yo sé estar en tu
cielo, pero tú, en mi agua, te ahogas.
Sin duda puede llegar muy alto quien dedique todos sus esfuerzos a
progresar en una sola dirección, pero en la adversidad se defenderá mejor el
que sepa manejarse suficientemente en mayor número de campos.
(de Fábulas, Atl. 67 v. b.)
1.082.5 Da vinci (Leonardo) - 012
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