A la sombra del seto, la clemátide
retorcía sus verdes brazos alrededor de los troncos y las ramas del espino.
Al llegar a lo alto miró a su
alrededor y vio otro seto que flanqueaba otra parte del camino.
Cuánto me gustaría llegar hasta
allá -dijo la clemátide. Aquel seto es más bello y más grande que éste.
Y poco a poco, extendiendo los brazos,
se fue, día tras día, acercando cada vez más al seto de enfrente. Concluyó por
alcanzarlo, se enlazó a una rama y comenzó feliz a crecer rodeándolo.
Pero, poco a poco, por aquel camino
comenzaron a pasar los caminantes, quienes se encontraron de pronto frente a
aquellas ramas de clemátide que les cerraban el camino. Entonces la despedazaron,
la arrancaron del cercado y la tiraron al foso.
Al seguir el camino trazado hemos de asegurarnos de no interferir
otras trayectorias más importantes o poderosas que puedan deshacer nuestras
ilusiones.
(de Fábulas, Atl. 67 v. b.)
1.082.5 Da vinci (Leonardo) - 012
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