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miércoles, 18 de septiembre de 2013

El laurel, el mirto y el peral

Dos campesinos, con el hacha en la mano, se detuvieron junto al peral.
-¡Peral -gritó el laurel, vienen por ti!
Los campesinos, en efecto, empuñando el hacha, comenzaron a golpear en la base del árbol, para abatirlo.
-¡Peral! -gritó entonces el mirto-, ¿adónde te vas? ¿Dónde está la soberbia que tenías cuando tus ramas estaban cargadas de frutos?
-Ahora -añadió el laurel- no nos harás sombra con tu follaje. El peral, herido de muerte, murmuró:
-Yo me voy con estos campesinos, que ahora me cortan para llevarme al estudio de un gran escultor. Con su arte, me tallará para darme la forma del dios Júpiter y me llevarán a un templo hecho especialmente para mí, y todos los hombres me adorarán. Y tú, laurel, y tú, mirto, estáis destinados a acabar con vuestras ramas rotas y tronchadas, porque los hombres vendrán a coger vuestras hojas para coronarme y para rendirme los honores que merece un dios.

Yerran los que basan todo su orgullo en el oropel de los triunfos presentes, y por éstos sacrifican la oportunidad de dedicar sus esfuerzos a quehaceres de mayor rango y más elevada sensibilidad.

(de Fábulas, Atl. 67 r. d.)

1.082.5 Da vinci (Leonardo) - 012

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