Los peces del mar admiraban la belleza de Estrellita.
Sin embargo, Estrellita estaba triste. Cuando salía a la superficie y
contemplaba las estrellas del cielo deseaba ser una de ellas.
-Nada tienes que envidiar a tus hermanas celestes -le
decía un pez espada. Tu belleza es tan deslumbrante como la suya.
Aunque ella agradecía la frase, suspiraba y seguía
mirando el cielo.
Un día, Estrellita soñó que era una estrella del
universo. Veía a sus hermanas lejos, muy lejos, y, aunque intentaba hablar con
ellas, no podía. Por eso despedía un brillo tan intenso, ya que la luz era su
única forma de comunicarse con sus hermanas.
Al despertarse, Estrellita comprendió e, sentido de su
sueño.
«Nadie puede sentirse satisfecho si envidia las virtudes y cualida-des
de las otras personas.»
0.999.5 anonimo fabula
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