En un establo vivían una cabra y una mula. La primera
tenía envidia de la mula porque estaba mejor atendida. Por esa razón quiso
librarse de ella y le dijo:
-Amiga mula. Te pasas todo el día trabajando y ¿qué
ganas con ello? Apenas un poco de pienso. Yo, en tu lugar, me fingiría enferma
para no trabajar una buena temporada. Hazme caso, es un buen consejo.
La mula, ingenua y bondadosa, se dejó convencer.
Fingió estar enferma y su amo la llevó a otro sitio mejor para que se
recuperara pronto de su enfermedad.
Había un lobo hambriento que no había entrado en el
establo porque siempre había visto juntas a la cabra y a la mula. Esta vez, al
ver sola a la cabra, no lo dudó un instante y entró en el establo.
Se encontró a la cabra sola y, sin que ésta pudiera
defenderse ni pedir ayuda, se la comió. De este modo la cabra pagó muy cara su
envidia y mala fe con la mula.
«La envidia es mala consejera.»
0.999.5 anonimo fabula
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