Ardilla, con mucho esfuerzo, había llenado su despensa
con nueces para todo el invierno. Un día observó que había un pequeño reguero
de trocitos de nuez por el suelo. Siguió el rastro y vio que un grupo de
hormigas se llevaban los trozos de las nueces rotas que habían caído al suelo. Ardilla
les dejó marchar y volvió a su casa.
El invierno fue más largo, frío y duro de lo normal y
Ardilla se estaba quedando sin comida poco a poco. Un día, un grupo de hormigas
se acercó a su casa llevando un trocito de nuez cada una.
-Sabemos que te has quedado sin alimentos por
nosotras. Acepta lo que te traemos, te lo damos de corazón.
De esta forma, Ardilla pudo aguantar el invierno sin
pasar ham-bre.
«Con buena voluntad al final todo se puede arreglar.»
0.999.5 anonimo fabula
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