Había una conejito que tenía unas orejas muy grandes y
presumía mucho.
-La vida no depende de nuestras orejas sino de
nuestras patas -decían sus vecinas.
Nada de esto convencía a la conejita, que se pasaba el
día ensayando nuevos peinados que fuesen bien con sus espléndidas orejas.
Un día, se acercó un lobo hambriento. Tan pronto lo vieron,
los conejos salieron corriendo, menos la conejita que, ignorante del peligro,
estaba frente al espejo ensayando peinados. En el último instante se dio cuenta
de la presencia del lobo y salió corriendo hacia el río. Desesperada, se tiró
al agua y sus grandes y anchas orejas le sirvieron para mantenerse a flote. Con
ellas remó hasta ponerse fuera cel alcance del lobo. ¡Vaya susto que pasó la
pobre conejita! Ella ha recapacitado y ha prometido que prestará menos atención
a sus orejas y más a lo que ocurre a su alrededor.
«Hay cosas más importantes que presumir tanto.»
0.999.5 anonimo fabula
No hay comentarios:
Publicar un comentario