El señor Cerdito iba de puerta en puerta vendiendo
alfombras por las casas.
Un día llamó a la puerta del señor Pato Patón, dispuesto
a venderle una alfombra y le dijo:
-Buenos días, vengo a ofrecerle una alfombra de gran
calidad. ¡Vengo, señor, vea! Es digna de alguien como usted. ¡Qué categoría!
-Verá... yo... -respondió vacilante don Pato Patón,
que en realidad no quería comprar nada.
-Ya veo que le gusta. ¡Es suya! -dijo el señor Cerdito
con mucho entusiasmo.
Don Pato Patón quería responderle, pero el señor
Cerdito no le dejó. En un momento hacía comprado una alfombra que no deseaba.
«No hay que acostumbrarse a comprar cosas que no necesitamos.»
0.999.5 anonimo fabula
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