El tío de Leoncín había sido comandante y le gustaba
mucho contar historias de batallas a su querido sobrino. Sin embargo, lo que
realmente le gustaba escuchar a Leoncín eran las historias que su tío contaba
sobre su corneta, porque le encantaba. Un día, le regalaron una y desde
entonces se pasa todo el día tocando sin darse cuenta de las molestias que
ocasiona a los demás. Por las noches nadie puede dormir.
Una noche, cansado de no poder dormir, don Zorro coge
una trompeta y se pone a tocar junto a la ventana de Leoncín, que esa noche no
pego ojo. Leoncín se ha dado cuenta de lo molesto que es el ruido cuando los
demás desean descansar, y ya no ha tocado más la corneta a horas intempestivas.
«Donde las dan las toman.»
0.999.5 anonimo fabula
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