La conejita Complejos siempre se encontraba defectos y
se lamentaba por ello.
-Soy la más fea y, por si fuera poco, siempre meto la
pata -decía.
-Tú no eres fea -le contestaba su amiga Ardilla con
buen corazón.
-¡Te aseguro que no metes la pata más que las demás!
-le decía su amiga Castora.
-¡Ay! ¡Cuánto os agradezco que penséis así! -contestaba
triste la conejita.
Así un día y otro. Sus amigas tenían mucha paciencia y
seguían intentando quitarle sus complejos.
Un día se celebró una fiesta a la que asistió la
conejita. Muy animada por la música, se olvidó de sus complejos. Empezó a
comportarse como las demás y de ese modo comprendió que no era ni fea ni
hermosa, sino mitad y mitad, como casi todas sus amigas. Después de la fiesta,
la conejita Complejos tuvo que cambiar de nombre: no le quedaba ni un solo
complejo.
«Acepta cómo eres y vivirás feliz.»
0.999.5 anonimo fabula
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