En
cierta catedral una campana había,
que
sólo se tocaba algún solemne día.
Con
el más recio son, con pausado compás
cuatro
golpes o tres solía dar no más.
Por
esto, y ser mayor de la ordinaria marca,
celebrada
fue siempre en toda la comarca.
Tenía
la ciudad en su jurisdicción
una
aldea infeliz, de corta población,
siendo
su parroquial una pobre iglesita
con
chico campanario, a modo de una ermita,
y
un rajado esquilón pendiente en medio de él,
era
allí el que hacía el principal papel.
A
fin de que imitase aqueste campanario
al
de la catedral, dispuso el vecindario
que
despacio y muy poco el dicho esquilón
se
hubiese de tocar en tal cual función;
y
pudo aquello tanto en la gente aldeana,
que
el esquilón pasó por una gran campana.
Muy
verosímil es; pues que la gravedad
suple
en muchos así por la capacidad;
dígnanse
rara vez de despegar sus labios,
y
piensan que con esto imitan a los sabios.
Con
hablar poco y gravemente, logran muchos opinión de hombres grandes.
Iriarte (Tomas de) - 043
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