Prendieron
por fortuna a un bandolero
a
tiempo cabalmente
que
de vida y dinero
estaba
despojando a un inocente.
Hízole
cargo el juez de su delito,
y
él respondió: «Señor, desde chiquito
fui
gato algo feliz en raterías:
luego
hebillas, relojes, capas, cajas,
espadines
robé, y otras alhajas;
después,
ya entrado en días,
escalé
casas; y hoy, entre asesinos,
soy
salteador famoso de caminos.
Con
que vueseñoría no se espante
de
que yo robe y mate a un caminante,
porque
este y otros daños
los
he estado yo haciendo cuarenta años.»
¿Al
bandolero culpan?
¿Pues
por ventura dan mejor salida
los
que cuando disculpan
en
las letras su error, o su mal gusto,
alegan
la costumbre envejecida
contra
el dictamen racional y justo?
La
costumbre inveterada no debe autorizar lo que la razón condena.
Iriarte (Tomas de) - 043
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