Mirando
estaba una ardilla
a
un generoso alazán,
que,
dócil a espuela y rienda,
se
adiestraba en galopar.
Viéndole
hacer movimientos
tan
veloces y a compás,
de
aquesta suerte le dijo
con
muy poca cortedad:
«Señor
mío;
de
ese brío,
ligereza
y
destreza
no
me espanto,
que
otro tanto
suelo
hacer, y acaso más.
Yo
soy viva,
soy
activa;
me
meneo,
me
pasco;
yo
trabajo,
subo
y bajo,
no
me estoy quieta jamás.»
El
paso detiene entonces
el
buen potro, y muy formal,
en
los términos siguientes
respuesta
a la ardilla da:
«Tantas
idas
y
venidas;
tantas
vueltas,
y
revueltas,
quiero,
amiga,
que
me diga:
¿Son
de alguna utilidad?
Yo
me afano,
mas
no en vano:
sé
mi oficio;
y
en servicio
de
mi dueño
tengo
empeño
de
lucir mi habilidad.»
Con
que algunos escritores
ardillas
también serán,
si
en obras frívolas gastan
todo
el calor natural.
Algunos
emplean en obras frívolas tanto afán como otros en las importantes.
Iriarte (Tomas de) - 043
No hay comentarios:
Publicar un comentario