En
un jardín de flores
había
una gran fuente,
cuyo
pilón servía
de
estanque a carpas, tencas y otros peces
únicamente
al riego
el
jardinero atiende,
de
modo que entretanto
los
peces agua en que vivir no tienen.
Viendo
tal desgobierno,
su
amo le reprende;
pues
aunque quiere flores,
regalarse
con peces también quiere.
Y
el rudo jardinero,
tan
puntual le obedece,
que
las plantas no riega
para
que el agua del pilón no merme.
Al
cabo de algún tiempo
el
amo al jardín vuelve;
halla
secas las flores,
y
amostazado dice de esta suerte:
«Hombre,
no riegues tanto
que
me quede sin peces;
ni
cuides tanto de ellos,
que
sin flores, gran bárbaro, me dejes.»
La
máxima es trillada,
mas
repetirse debe:
no
escriba quien no sepa
unir
la utilidad con el deleite.
La
perfección de una obra consiste en la unión de lo útil y de lo
agradable.
Iriarte (Tomas de) - 043
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