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martes, 2 de septiembre de 2014

Los animales se reúnen en asamblea para elegir rey

Habiendo muerto el león, todos los animales fue­ron a su madriguera con objeto de dar el pésame a la leona, su viuda, cuyos gemidos resonaban en las montañas y en las forestas. Después de haberle he­cho los debidos cumplimientos, discurrieron sobre la elección del nuevo rey; la corona del difunto hallá­base en medio de la asamblea. El cachorro del di­funto era demasiado débil y pequeño para obtener el trono sobre tan fieros animales
-Dejadme crecer -dijo él- y sabré reinar y engrandecerme. Entretanto, yo quiero estudiar la historia de las hermosas acciones de mi padre, para un día saber igualarle en su gloria.
-Por lo que a mí toca -dijo el leopardo, como soy el animal que más se parece al león, pre­tendo ser coronado.
Y objetó el oso:
-Me hicisteis una injusticia prefiriendo al león a mi persona; porque yo soy fuerte, valeroso carnicero tanto o más que él, y tengo, además, la cualidad de poder subir a los árboles.
-Juzgad, señores -dijo el elefante, que no existe animal alguno que pueda compartir la gloria de ser tan grande, tan fuerte y tan bravo como yo.
-Yo soy el más noble y el más bello de los ani­males -dijo el caballo.
-Y yo el más fino de todos ellos -objetó la ra­posa.
-¡Y yo el más ligero en las carreras! -dijo el ciervo.
-Pues ¿seríais capaces de hallar un animal más industrioso y agradable que yo? -contestó el mo­no. Divertiré todos los días a mis súbditos. Soy el más parecido al hombre, que es el rey de la creación.
Entonces el papagayo habló de esta manera:
-Puesto que haces alarde de tener mucho pare­cido con el hombre, más puedo envanecerme yo de ello. Tú le pareces por tu feo semblante y tus hechos ridículos; pero yo me parezco a él por la voz, que es la marca de la razón y constituye su más bello or­namento...
Y contestó el gorila:
-¡Cállate ya! ¡Charlatán! Tú hablas, pero no como habla el hombre; dices las mismas palabras, sin saber lo que dices.
La asamblea burlóse de los malos copistas del hombre y entregó la corona al elefante, porque tiene fuerza y sabiduría, sin ser cruel como las demás bestias furiosas y sin tener la necia vanidad de tantos otros que quieren parecer lo que no son en realidad.

1.092.5 Fenelon (Salignac de la Mothe-Fenelon, François de) - 041

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