Translate

martes, 2 de septiembre de 2014

El gato y los conejos

Un gato, haciéndose el bonachón entró en el vi­vero de conejos, y éstos, alarmados se hundieron más en sus agujeros. Y como el recién venido se pusie­ra en acecho detrás de un montón de tierra, los di­putados de la nación conejil, que habían observado sus terribles garras, se presentaron a la entrada y lo más lejos posible del gato, para preguntarles cuáles eran sus preten-siones. El gato, con voz melosa, pro­testó que solamente quería estudiar las costumbres de aquella nación, pues en calidad de filósofo había viajado por todos los países con el fin de informarse sobre las costumbres de cada una de las especies animales. Los diputados, simples y crédulos, retor­naron a sus hermanos para manifestarles que aquel extranjero, tan venerable por su porte modesto y su majestuosa piel, no era más que un filósofo sobrio, desinteresado y pacífico, que iba buscando la sabi­duría, de país en país; que venía de otros muchos países donde había visto grandes maravillas; que tendría mucho placer y muchos deseos de enten­derlos, sin el menor deseo de molestar a los conejos, pues creía, como buen brahmán, en la metempsi­cosis y no comía de ningún alimento que hubiese tenido vida. La asamblea se sintió impresionada con tan bello discurso. En vano un conejo anciano muy astuto, que ejercía la profesión de médico de familia, manifestó las sospechas que le producía aquel grave filósofo; a pesar de esto, fue, no obstante, el brah­mán, quien, como primer saludo, estranguló a siete u ocho de aquellos pobres conejos. Los otros gana­ron más que a prisa sus agujeros, desengañados y bien arrepentidos de su falta. Entonces don Mitis se volvió a la entrada del vivero, protestando de su cordialidad, que muy a pesar suyo había causado aquellos asesinatos, estimulado por la necesidad; pero que en adelante viviría de los otros animales, firmando con los conejos una alianza eterna. Con esto los conejos entraron en negociaciones con él, desde luego a respetuosa distancia de sus garras. Las duras negociaciones fueron entretenidas. Entretanto, un conejo de los más ágiles salió por la parte trasera y fue a advertir a un pastor vecino que solía cazar en el lago aquellos conejos bien nutridos de enebro. El pastor, irritado contra el gato exterminador de un pueblo tan útil, corrió a la madriguera con el arco y las flechas, y apercibiendo al gato, atento a su proe­za, le disparó una de ellas, y entonces el gato, expi­rando, dijo estas últimas palabras:
-Quien engaña una vez, pierde toda la con­fianza; y luego es odiado, temido y detestado, y fi­nalmente cogido en sus propias redes.

1.092.5 Fenelon (Salignac de la Mothe-Fenelon, François de) - 041

No hay comentarios:

Publicar un comentario