Viendo a un buey trabajando, una
becerra que sólo descansaba y comía, se condolió de su suerte, alegrándose de
la de ella.
Pero llegó el día de una solemnidad
religiosa, y mientras al buey se le hacía a un lado, cogieron a la becerra para
sacrificarla.
Viendo lo sucedido, el buey
sonriendo dijo:
-Mira becerra, ya sabes por qué tú
no tenías que trabajar: ¡es que estabas reservada para el sacrificio!
No te ufanes de la ociosidad, pues nunca sabes que mal
trae oculto.
1.023.5 Esopo
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