Se metió un cerdo dentro de un
rebaño de carneros, y pacía con ellos. Pero un día lo capturó el pastor y el
cerdo se puso a gruñir y forcejear.
Los carneros lo regañaban por
gritón diciéndole:
-A nosotros también nos echa mano
constantemente y nunca nos quejamos.
-Ah sí -replicó el cerdo-, pero no es con el mismo fin. A ustedes
les echan mano por la lana, pero a mí es por mi carne.
Perder lo recuperable no nos debe preocupar, pero sí el
perder lo que es irreparable.
1.023.5 Esopo
No hay comentarios:
Publicar un comentario