Estaba un águila en el
pico de un peñasco esperando por las liebres.
Mas un cazador le lanzó
una flecha que atravesó sus carnes.
Viendo el águila entonces
que la flecha estaba construida con sus propias plumas exclamó:
-¡Qué tristeza tener que
morir por causa de mis propias plumas!
Más profundo es nuestro
dolor cuando nos vencen con nuestras propias armas.
1.023.5 Esopo
No hay comentarios:
Publicar un comentario