Díjole un día un cervatillo al
ciervo:
-Padre: eres mayor y más veloz que
los perros y tienes además unos cuernos magníficos para defenderte; ¿por qué
huyes delante de ellos?
El ciervo respondió riendo:
-Justo es lo que me dices, hijo
mío; mas no sé lo que me sucede, pero cuando oigo el ladrido de un perro,
inmediatamente me doy a la fuga.
Cuando se tiene un ánimo temeroso, no hay razón que pueda
cambiarlo.
1.023.5 Esopo
No hay comentarios:
Publicar un comentario