Un granjero fue un día a sus
establos a revisar sus bestias de carga: entre ellas se encontraba su asno
favorito, el cual siempre estaba bien alimentado y era quien cargaba a su amo.
Junto con el granjero venía también
su perrita faldera, la cual bailaba a su alrededor, lamía su mano y saltaba
alegremente lo mejor que podía. El granjero revisó su bolso y dio a su perrita
un delicioso bocado, y se sentó a dar ordenes a sus empleados. La perrita
entonces saltó al regazo de su amo y se quedó ahí, parpadeando sus ojos
mientras el amo le acariciaba sus orejas.
El asno celoso de ver aquello, se
soltó de su jáquima y comenzó a pararse en dos patas tratando de imitar el
baile de la perrita. El
amo no podía aguantar la risa, y el asno arrimándose a él, puso sus patas sobre
los hombros del granjero intentando subirse a su regazo.
Los empleados del granjero
corrieron inmediata-mente con palos y horcas, enseñándole al asno que las
toscas actuaciones no son cosa de broma.
No nos dejemos llevar del mal consejo que siempre dan los
injustificados celos.
Sepamos apreciar los valores de los demás.
1.023.5 Esopo
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