Cansado y viejo el rey león, se
quedó enfermo en su cueva, y los demás animales, excepto la zorra, lo fueron a
visitar.
Aprovechando la ocasión de la
visita, acusó el lobo a la zorra expresando lo siguiente:
-Ella no tiene por nuestra alteza
ningún respeto, y por eso ni siquiera se ha acercado a saludar o preguntar por
su salud.
En ese preciso instante llegó la
zorra, justo a tiempo para oír lo dicho por el lobo. Entonces el león, furioso
al verla, lanzó un feroz grito contra la zorra; pero ella, pidió la palabra
para justificarse, y dijo:
-Dime, de entre todas las visitas
que aquí tenéis, ¿quién te ha dado tan especial servicio como el que he hecho
yo, que busqué por todas partes médicos que con su sabiduría te recetaran un
remedio ideal para curarte, encontrándolo por fin?
-¿Y cuál es ese remedio?, dímelo
inmediatamente.
-Ordenó el león.
-Ordenó el león.
-Debes sacrificar a un lobo y
ponerte su piel como abrigo -respondió la zorra.
Inmediatamente el lobo fue
condenado a muerte, y la zorra, riéndose exclamó:
-Al patrón no hay que llevarlo
hacia el rencor, sino hacia la benevolencia.
Quien tiende trampas para los inocentes, es el primero en
caer en ellas.
1.023.5 Esopo
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