Sorprendió un león a una liebre que
dormía tranquilamente. Pero cuando estaba a punto de devorarla, vio pasar a un
ciervo. Dejó entonces a la liebre por perseguir al ciervo.
Despertó la liebre ante los ruidos
de la persecución, y no esperando más, emprendió su huída.
Mientras tanto el león, que no pudo
dar alcance al ciervo, ya cansado, regresó a tomar la liebre y se encontró con
que también había buscado su camino a salvo.
Entonces se dijo el león:
-Bien me lo merezco, pues teniendo
ya una presa en mis manos, la dejé para ir tras la esperanza de obtener una
mayor.
Si tienes en tus manos un pequeño beneficio, cuando
busques uno mayor, no abandones el pequeño que ya tienes, hasta tanto no tengas
realmente en tus manos el mayor
1.023.5 Esopo
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