Un hombre tenía un caballo y un
asno. Un día que ambos iban camino a la ciudad, el asno, sintiéndose cansado,
le dijo al caballo:
-Toma una parte de mi carga si te
interesa mi vida.
El caballo haciéndose el sordo no
dijo nada y el asno cayó víctima de la fatiga, y murió allí mismo. Entonces el
dueño echó toda la carga encima del caballo, incluso la piel del asno.
Y el caballo, suspirando dijo:
-¡Qué mala suerte tengo! ¡Por no
haber querido cargar con un ligero fardo ahora tengo que cargar con todo, y
hasta con la piel del asno encima!
Cada vez que no tiendes tu mano para ayudar a tu prójimo
que honestamente te lo pide, sin que lo notes en ese momento, en realidad te
estás perjudicando a ti mismo.
1.023.5 Esopo
No hay comentarios:
Publicar un comentario