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jueves, 19 de septiembre de 2013

El sino del poeta

Un Objeto que estaba caminando por el Camino Real, envuelto en honda medi­tación y en poca cosa más, súbitamente se encontró ante las puertas de una ciudad extraña. Cuando solicitó ser admitido, fue detenido como indigente y llevado ante el Rey.
-¿Quién eres -interrogó el Rey, y cómo te ganas la vida?
-Soy Snouter el descuidista -replicó el Objeto, inventando rápidamente, car­terista.
El Rey estaba por ordenar su liberación, cuando el Primer Ministro sugirió que exa­minaran los dedos del prisionero. Se des­cubrió que estaban muy achatados y enca­llecidos en los extremos.
-¡Ja! -exclamó el Rey- ¡Se lo dije! Es adicto a contar sílabas. Un poeta. Llé­venlo con el Gran Señor Disuasor del Há­bito de la Cabeza.
-Mi señor -dijo el Inventor Ordinario de Penas Ingeniosas-, me atrevo a sugerir un castigo más sagaz.
-Dígalo -contestó el Rey.
-¡Permitirle que conserve esa cabeza! Eso fue lo que se ordenó.

1.007.5 Briece (Ambrose)

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