Un Patriota que, siendo
pobre, había accedido a un puesto en el gobierno, y lo había abandonado rico,
se presentó en un Banco, donde deseaba abrir una cuenta.
-Con mucho gusto -dijo el
Banquero Honesto- será un placer para nosotros hacer negocios con usted; pero
primero tiene que convertirse en un hombre honesto, devolviendo todo lo que
robó desde el Gobierno.
-¡Bendito cielo! -exclamó
el Patriota. Si hago eso, no me quedará nada para depositar en el Banco.
-No me parece -respondió
el Banquero Honesto. Nosotros no somos todo el pueblo americano.
-Ah, comprendo -contestó
el Patriota, reflexionando. ¿En cuánto estima la proporción que le corresponde
al Banco, del dinero que el país perdió por mí?
-Un dólar -respondió el
Banquero Honesto.
Y con orgullosa
conciencia de servir a su país con sabiduría y propiedad, cargó esa suma en la
cuenta.
1.007.5 Briece (Ambrose)
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