Un poeta que nunca hacía
el correcto escandido de sus versos, fue emplazado a presentarse ante el Rey,
quien le ordenó que dijera algo en su defensa para evitar ser condenado a
muerte.
-Si tu oído es imperfecto
-dijo el Rey, podrías contar tus sílabas con los dedos, como un trabajador
honesto.
-Yo cuento mis sílabas
-dijo el Poeta, reverentemente. Pero observe: a mi mano izquierda le falta un
dedo... lo mordió un crítico.
-Entonces -dijo el Rey,
¿por qué no los cuentas con la mano derecha?
-¡Cielos! -fue la
respuesta del poeta, mientras elevaba su mutilada izquierda. ¡Eso es
imposible... no tengo nada con qué contar! El dedo que me falta es el índice.
-¡Hombre infortunado! -exclamó
con simpatía el monarca. Tenemos que hacer que tus limitaciones e incapacidad
no te pesen. Escribirás para las revistas.
1.007.5 Briece (Ambrose)
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