Una víbora acostumbraba a beber
agua de un manantial, y una culebra de agua que habitaba en él trataba de
impedirlo, indignada porque la víbora, no contenta de reinar en su campo,
también llegase a molestar su dominio.
A tanto llegó el enojo que
convinieron en librar un combate: la que consiguiera la victoria entraría en
posesión de todo.
Fijaron el día, y las ranas, que no
querían a la culebra, fueron donde la víbora, excitándola y prometiéndole que
la ayudarían a su lado.
Empezó el combate, y las ranas, no
pudiendo hacer otra cosa, sólo lanzaban gritos.
Ganó la víbora y llenó de reproches
a las ranas, pues en vez de ayudarle en la lucha, no habían hecho más que dar
gritos. Respondieron las ranas:
-Pero compañera, nuestra ayuda no
está en nuestros brazos, sino en las voces.
En la lucha diaria tan importante es el estímulo como la
acción.
1.023.5 Esopo - 000
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