Una zorra estaba siendo perseguida
por unos cazadores cuando llegó al sitio de un leñador y le suplicó que la escondiera. El
hombre le aconsejó que ingresara a su cabaña.
Casi de inmediato llegaron los
cazadores, y le preguntaron al leñador si había visto a la zorra.
El leñador, con la voz les dijo que
no, pero con su mano disimuladamente señalaba la cabaña donde se había
escondido.
Los cazadores no comprendieron las
señas de la mano y se confiaron únicamente en lo dicho con la palabra.
La zorra al verlos marcharse, salió
silenciosa, sin decirle nada al leñador.
Le reprochó el leñador por qué a
pesar de haberla salvado, no le daba las gracias, a lo que la zorra respondió:
-Te hubiera dado las gracias si tus
manos y tu boca hubieran dicho lo mismo.
No niegues con tus actos, lo que pregonas con tus
palabras.
1.023.5 Esopo - 000
No hay comentarios:
Publicar un comentario