Conoció una corneja un palomar que
habitaban unos pichones muy bien alimentados, y queriendo disfrutar de tan
buena comida blanqueó sus plumas y se unió a ellos.
Mientras la corneja estuvo en
silencio, los pichones, creyéndola como uno de los suyos, la admitieron sin
reclamo. Pero olvidándose de su actuación, en un descuido la corneja lanzó un
grito. Entonces los pichones, que no le reconocieron su voz, la echaron de su
nido.
Y la corneja, viendo que se le
escapaba la comida de los pichones, volvió a buscar a sus semejantes.
Mas por haber perdido su color
original, las otras cornejas tampoco la recibieron en su sociedad; de manera
que por haber querido disfrutar de dos comidas, se quedó sin ninguna.
Contentémonos con nuestros
bienes, pues tratar de tomar sin derecho los ajenos, sólo nos conduce a
perderlo todo.
1.023.5 Esopo - 000
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