Una zorra saltaba sobre unos
montículos, y estuvo de pronto a punto de caerse. Y para evitar la caída, se
agarró a un espino, pero sus púas le hirieron las patas, y sintiendo el dolor
que ellas le producían, le dijo al espino
-¡Acudí a ti por tu ayuda, y más
bien me has herido!
A lo que respondió el espino:
-¡Tú tienes la culpa, amiga, por
agarrarte a mí, bien sabes lo bueno que soy para enganchar y herir a todo el
mundo, y tú no eres la excepción!
Nunca pidas ayuda a quien acostumbra a hacer el daño.
1.023.5 Esopo - 000
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