Un Campesino, un Artesano
y un Trabajador se presentaron ante el Rey de su país, y se quejaron porque se
veían obligados a sostener un enorme ejército de consumidores, que no hacía
nada en su beneficio.
-Muy bien -dijo el Rey,
los deseos de mis súbditos son la ley suprema.
Así que disolvió su
ejército y los consumidores se volvieron productores. La venta de sus
productos hizo bajar tanto los precios, que los campesinos se arruinaron, y los
artesanos y trabajadores fueron a dar a los asilos y los caminos. En pocos
años el desastre nacional era tan grande, que el Campesino, el Artesano y el
Trabajador elevaron un petitorio al Rey, para que restaurase su ejército.
-¿Qué? -dijo el Rey.
¿Desean sostener a esos consumidores haraganes otra vez?
-No, su Majestad
-contestaron ellos, deseamos enrolarnos.
1.007.5 Briece (Ambrose)
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